martes, 17 de noviembre de 2009

Interculturalidad y Biblioteca Pública: hacia una Bibliotecología comunitaria


Hace unos días finalizó en Bogotá (Biblioteca Nacional de Colombia) el Congreso denominado “Interculturalidad y Biblioteca Pública” en donde bibliotecarios pertenecientes a diversas realidades brindaron un panorama de los servicios bibliotecarios ofrecidos a las minorías étnicas, lingüísticas y/o culturales de gran parte de América Latina. Resultó muy significativo escuchar las experiencias de bibliotecarios, investigadores y estudiantes palenqueros, wayuus, wiwas, wounaans, cubeos, quechuas, nasas, kankuamos, arhuacos, pastos, raizales, huitotos, kichwas, kogis y gitanos (rom) entre otros, mostrándonos en cada trabajo la creación de espacios de resistencia desde el accionar bibliotecológico, considerando la vulnerabilidad de culturas orales que intentan una transición hacia la escritura discutiendo problemáticas lingüísticas, históricas y socioculturales. Imposible hacer un resumen de tantos trabajos, la riqueza de las producciones exige un estudio profundo, por lo tanto estimo conveniente y fructífero analizar en detalle algunas ponencias, para desbrozar las múltiples opciones que nos ofrece aquello que podríamos denominar “los eventuales alcances de la Bibliotecología comunitaria”. Muchos de estos trabajos no han sido difundidos en Internet, me animo a pensar que lo visto y escuchado en cada uno de los conversatorios nos invita a construir significados, paradigmas, subjetividades. Fue esperanzador encontrar en el recinto de las bibliotecas elementos que permitan fortalecer la identidad de los pueblos originarios, de fortificar complejos sistemas de pensamiento, valorando la memoria y el lenguaje de las diferentes culturas indígenas. Pero, acaso más importante, resultó esperanzador encontrar la palabra, en ese espacio de construcción, y en este tiempo de conciencia social que nos toca vivir. Cada uno de los bibliotecarios hizo uso de ella, cada palabra estaba imbuida del contexto subjetivo de cada resguardo comunitario, siendo pronunciada en su lengua materna, ya sea desde el saludo, ya desde la reflexión, ya desde la recreación de antiguas canciones y rogativas. En estos momentos me acuerdo de los bibliotecarios palenqueros (afrocolombianos), un grupo de jóvenes estudiantes que desde 1980 emprendieron la difícil tarea de recuperar las historias de sus ancestros, donde se mezclan relatos de esclavitud y luchas denodadas para evitar la pérdida de la lengua, resultó esclarecedor escuchar de Sinforiano Hernández que la biblioteca debe generar un espacio de recreación en donde el “dueño de la vaca sea también el dueño del ternero” de lo contrario esa biblioteca se convertiría en una iglesia más. O las palabras de Elizabeth Naranjo (resguardo de Colimba donde conviven 1500 familias integradas por campesinos mestizos) llamando a reconstruir la biblioteca indígena en un nuevo escenario cultural (interrelacionando lo sacro y lo intercultural), o las acciones registradas en el resguardo de San Juan de Ipiales, la biblioteca pública Juan Lorenzo, en honor al primer “taita” del resguardo, donde interactúan jóvenes y ancianos de Ipiales y Pastos para aprender antiguas costumbres, entre ellas la reutilización de vegetales para las expresiones artísticas. Así también la labor de las escuelas radiofónicas ecuatorianas iniciadas en 1964 (según lo ha relatado María Isabel Saad) que cuentan con programas de alfabetización kichwa (que permitieron iniciar un complejo proceso de unificación de escritura de las culturas secoya, chachi, kichwa y wao entre otras), el sistema radiofónico implementado por la etnia Shuar como espacio de apertura entre culturas, la creación de escuelas indígenas de Simiatug, Cotopaxi (en algunos casos con comunidades salecianas), las escuelas bilingües de la Federación de las Comunas y acaso una de las experiencias que implican espacios de colaboración con la biblioteca comunitaria en América Latina: la creación de la Universidad indígena ecuatoriana. Otra de las acciones emprendidas las desarrollaron bibliotecarios wayuu quienes realizaron tareas de recopilación con las plantas medicinales de la etnia en el pueblo de Urbilla, capital indígena de Colombia. Asimismo valiosas resultaron las reflexiones de Fernando Urvino sobre los mitos y la oralidad (brillante escuchar que “el paisaje del amazonas es un libro que se lee, si se deteriora no se puede leer” por eso las malocas, casas comunales, se construyen según elementos de la cosmovisión originaria, conformando un equilibrio con el entorno biológico), el profesor Jaime Arocha disertando sobre los griots africanos que han migrado a Colombia (verdaderas bibliotecas vivientes que resguardaron antiguas tradiciones africanas) , Ignacio Epinayú hilando conjeturas en torno a los “palabreros” o “pütchipü´ü”, José Bessa Freire llamando a construir significado desde la literacidad y oralidad en la biblioteca intercultural indígena, las importantes reflexiones de Luis Eduardo Ruíz (alma y pulmón de la organización del evento), Hugo Jamioy, Ivonne Gómez (tareas de selección de narraciones kogis, arhuacas, wiwas y wayuus visitando rancherías y contando con la colaboración de Clementina, una tallerista y bibliotecaria wiwa) y Arianis Gutierrez Santa Marta (exponiendo probablemente una experiencia inédita en América Latina: la creación del primer canal de televisión étnico de Colombia), la invitación de Emmanuel Pichón para generar una participación libre y comunitaria con saberes endógenos (la experiencia “Súmese a la expedición botánica” verdadera idea de Web colectiva). El trabajo de Silvia Marín (Biblioteca departamental de la Guajira) con la etnia Wayuu, destacándose los talleres de “oralitura” y tejido tradicional como así también la experiencia de la biblioteca étnica Chonchopri; los trabajos de Marcia Wada y Silvia Guimäraes en vinculación con la Fundación Vagalume, generando libros artesanales bilingües infantiles en Brasil (necesaria tarea que involucra la producción de libros didáctico-educativos, escritos a mano e ilustrados por los propios niños) y tantos otros esfuerzos, imposibles de abarcar en este espacio.
Nos queda una sensación, a pesar de encontrar territorios devastados a nuestro paso, producto de la falta de recursos económicos, políticos y humanos, del desprecio histórico de las sociedades occidentales, de la indiferencia y muestras de racismo, a los bibliotecarios nos queda la tarea de recoger datos para contrarrestar este escenario desfavorable, y para eso solo nos queda apostar al trabajo permanente, colaborativo y asociativo, como único modo de fortalecer la identidad y la memoria de culturas que aún corren riesgo de extinción. Muchas de esas respuestas fueron encontradas en la Biblioteca Nacional de Colombia, será cuestión de no olvidar la palabra, probablemente de eso se trate.

2 comentarios:

  1. Muchas felicidades por este evento, que permite conocer experiencias tan ricas como las que se exponen. ¿Pondrán las ponencias en la red? Me interesa mucho conocerlas, pues en México estamos intentando desarrollar algunos proyectos con/para los mayas.
    Espero saber más de lo que realizan, pues siempre es gratificante conocer sobre estos proyectos.

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  2. Estimado Robert
    Quedo en averiguarte si la BNC difundirá los correos electrónicos de los ponentes que han participado, en lo personal algunos autores han permitido difundir en este blog algunas experiencias relacionadas con el congreso, las mismas serán publicadas a la brevedad en la sección Bibliotecología Comunitaria Latinoamericana, del mismo modo también espero que muchos publiquen sus ponencias, se ha tratado, en su mayoría, de trabajos de campo y necesarias reflexiones en torno a la interculturalidad.
    Gusto en saludarte.
    Daniel Canosa

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