martes, 2 de febrero de 2010

Culturas extinguidas...

Leyendas, mitos, tradiciones, cuentos, cosmovisiones, costumbres, lenguas…
Culturas extinguidas que nos hablan de historias familiares, rasgos étnicos, aprendizajes y enseñanzas: todo aquello que conforma una identidad, el sentido de pertenencia a una cultura, la conciencia histórica de un linaje y de un destino.
Patrimonios extinguidos para siempre, ancianos que se llevaron los recuerdos, memoria quemada, olvido que crece.

Algunos documentos certifican que numerosas culturas originarias de Argentina desaparecieron, divididos en grupos, tenemos los siguientes casos:

Regiones del Litoral y del Chaco, las etnias de los abipones, aguilotes, cainaróes, carcarañáes, chaná-timbúes, chandules o guaraníes del Delta del Paraná, cocolotes (guaykurues), gualachíes (kaíngangs), guaraníes de Santa Ana, mataráes, mbayás, payaguaés, querandíes, yaros y tapes (guaraniés). Dentro de la rama perteneciente a los wichis figuran los agoyáes o guisnay, taynoaés o noctenes y testas. Entre los grupos étnicos con vinculación al tronco vilela encontramos registro de los ataláes o atalayas, guamalcas, ipas, ocoles, pazaines, vacaas, y yecomoampas. Con respecto a la rama de los lules figuran los axostinés, casutinés, esistinés, guaxastinés, oristinés, toquistinés y tambostinés. De la rama perteneciente a los Charrúas o Kaíngangs se encuentran los bohanes. Con relación al tronco chaná figuran extintos los pueblos de los carcaráes, corondas, mepenes, timbúes y calcines. Luego tenemos los jaaukanigas o yaaucanigas (rama de los abipones) y los minuanes (rama de los charrúas). De las regiones del Noroeste, Centro, Cuyo y Patagonia hay informaciones de culturas extinguidas como las de los ayanpitín, capayanes, chichas, haush-manekenks, jujuyes, olongastas y yacampis.
Dentro de la rama lingüística del pueblo ocloya encontramos a los amanatas, apanatas, estoybalos, gaipetes, opras, osas, paypayas, tactacas y tilcalaisos. Asimismo del grupo de los jujuyes se desprenden las siguientes ramas: chirimanos, churumatas y palomos. Finalmente con respecto a los diaguitas existen dos ramas extintas: los pulares y los tucumanastas.

Un listado del olvido, cuya función estadística es cuantificar el olvido. Como una entre tantas, la lengua qom figura en el listado de la UNESCO en peligro de desaparición (junto a las lenguas mapuche, guaraní correntino, mocoví, wichí, chiriguano, pilagá, yagán y tehuelche). Pero entre estos pueblos aún quedan paisanos que se resisten a ser considerados fósiles por la sociedad.

Se sabe que muchas lenguas ya no tienen hablantes (entre ellas kunza, cacán, allentiac, millcayac, abipón, mbyá, charrúa, chaná, selk’nam, haush, manek’enk, gununa kune, teush y yagán), que otras lenguas, como la de los ahoni’kenk (tehuelches de Santa Cruz) y la de los qwasqar (alacalufes de la región austral) quedan menos de 30 hablantes para cada una, y que todavía algunos pueblos (como el qom, wichi, pilagá, mapuche o kolla) siguen sosteniendo, mediante investigaciones foráneas y prácticas comunitarias, el resguardo de sus voces.
La bibliotecología permite, con su corpus académico, facilitar herramientas para la preservación y recuperación de conocimientos, así también la radio comunitaria ha significado un modo genuino de fortalecer la identidad cultural, propiciando la posibilidad de difundir voces y generar una sinergia interesante con las prácticas lingüísticas, incluyendo en este movimiento el accionar docente y la educación intercultural bilingüe.

Por ende es preciso que la biblioteca, como institución gestora de la memoria humana, como mediadora entre la comunidad y el mundo exterior, como espacio de encuentro y vehículo de difusión, propenda a la equidad social, respetando las diferentes formas de conocimiento e integrándolas entre las etnias que conforman su radio de acción y servicio dentro de la comunidad.
Brindar un servicio, después de todo, de eso se trata.

Nota: la imagen de esta entrada corresponde a Piedra Grande, Córdoba. Algunos lugareños presumen que los morteros que aparecen en la fotografía fueron utilizados por los Ayampitin, cultura que antecedió a los comechingones, para consumo de plantas sagradas.

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