miércoles, 24 de febrero de 2010

El canto ancestral


Una noche de carnaval, Leda Valladares estaba durmiendo en Cafayate, provincia de Salta, cuando la desvelaron tres mujeres que se pusieron a cantar bagualas cerca de su balcón. Le llamó la atención la potencia de esas voces, el misterio de ese canto. Desde ese momento, esta poetisa, cantora, compositora, etnomusicóloga y folcloróloga argentina dedicaría toda su vida a rescatar expresiones artísticas en comunidades indígenas y rurales.

Un trabajo fundamental en esta área es el documento titulado "Mapa Musical de la Argentina" fruto de un extenso recorrido de la artista por pueblitos del noroeste argentino, grabando precariamente las voces de los copleros para recuperar un invaluable patrimonio artístico de expresiones musicales autóctonas que se estaban perdiendo (actualmente algunos de esos géneros han desaparecido del repertorio popular, entre ellos el triste, el sereno, el gauchito y el yaraví, lo que prueba el valor del trabajo de recopilación).

Esta obra, integrada por ocho discos, intercala canciones con textos. El canto con caja, ese instrumento de percusión que supo acompañar las ásperas voces de copleros, bagualeros y vidaleros, muchos de ellos peladores de caña, domésticas, agricultores, pastoras y albañiles, fue definido por Valladares como un "Canto de tripas y plexo solar opuesto a todo lo que pueda ser canto de cabeza. Para expresarse el hombre de campo no tiene límites cuando canta, recurre a una maraña de explosiones guturales y se expande hasta la plenitud."

La musicóloga, consciente de que muchas de las expresiones artísticas se estaban perdiendo, comenzó a visitar pequeños pueblitos asistiendo a los carnavales, peñas folklóricas y comparsas donde quedaban noticias de estas personas entonando canciones en las calles y caminos. Asimismo enseñó en las escuelas del noroeste, Cuyo y Buenos Aires, los diferentes registros musicales según el área geográfica, desde chacareras anónimas, vidalas santiagueñas en quechua, hasta bagualas entonadas con la sola compañía de una caja, generando la conformación de un mapa musical no registrado hasta el momento.

Quedan sus trabajos: "Documental folklórico de la Quebrada de Humahuaca", "Documental folklórico de Tucumán (cantores de patio y de los valles), "La montaña va a la escuela" (con alumnos de escuelas del noroeste), "Manantiales del canto" (Argentina en cerros y llanos) y cuatro documentales folklóricos de Cuyo, Salta, Santiago del Estero y Buenos Aires.

Muchos autores han valorado el espacio de la etnomusicología en aquellas bibliotecas que cuentan entre sus usuarios con miembros pertenecientes a culturas originarias.

En Derqui aún se practican cantos ancestrales ejecutados con el N'viqué (violín de lata toba) como también instrumentos de percusión y recreación de danzas tradicionales. En este caso es preciso incluir los trabajos de investigación de músicos no pertenecientes a la cultura, pero que enriquece un espacio de intercambio y aprendizaje, necesario para tender un puente y preservar conocimiento.

En la comunidad la música ocupa un lugar esencial, mismo desde los chicos, muchos de ellos a pesar de ser cultores del "reggeton" y la cumbia villera, han demostrado interés por los talleres de percusión del grupo lanaqnaqom y las ejecuciones de Mauricio Maidana.

Sin embargo hay casos emblemáticos como el de Juan Chuna, para muchos el mejor cantante qom de la comunidad, que por razones de elección personal (conversión al evangelismo) dejó de cantar en su lengua. Muchos en broma dicen “a Chuna lo perdimos” pero guardan esperanzas de que algún día vuelva a cantar como pocos lo han hecho.

Ojala su voz quede grabada en la biblioteca…

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